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La doctrina de la predestinación hace referencia a la acción eterna de Dios por la que, en su soberanía, escoge a ciertas personas de entre la humanidad para hacerlas beneficiarias de la gracia de la salvación, sin tomar en cuenta los méritos de ellas. En simples palabras, la predestinación afirma que fue Dios quien escogió a los que serán salvos.

Concedo que esta verdad genera resistencia, pero en gran parte se debe a una errónea comprensión del carácter de Dios. Concedo que hay un misterio que rodea esta enseñanza. Pero, aunque nuestra mente no será capaz de comprender en su totalidad esta verdad tenemos abundante información en la Biblia que nos permiten enseñarla con autoridad, claridad y esperanza.

La doctrina de la predestinación provocó controversias en tiempos de Pablo, pues ya en su exposición de Romanos 9 se hace evidente que el apóstol está argumentando con personas que iban a objetar su enseñanza. Para las preguntas que parecen cuestionar la justicia divina a este respecto, Pablo responde con otra pregunta: ¿quién eres tú, oh hombre que le contestas a Dios? ¿Dirá el objeto moldeado al que lo moldea: por que me hiciste así?( Rom 9:20) Para el apóstol, cuestionar la justicia de Dios en la predestinación no es un ejercicio sabio ni piadoso.

Ahora bien, dada la importancia que esta verdad comporta, me gustaría presentar cuatro modos en cómo la predestinación se desprende de las Sagradas Escrituras. Cuatro formas para enseñar y ayudar a entender a otros, la gloriosa doctrina de la predestinación.

  1. La soberanía de Dios

Lo primero que deberíamos establecer antes de enseñar la predestinación es el atributo de la soberanía divina. Enseñar acerca del carácter de Dios es central y primario para entender sus caminos. Por eso, lo ideal sería abordar primeramente la soberanía de Dios. Es decir, el atributo en virtud del cual Él hace todas las cosas según su buena voluntad. Cuando se establece con claridad su soberanía, la doctrina de la predestinación caerá por su propio peso. Cuando aceptamos el carácter libre de Dios para hacer las cosas, será más fácil entender su proceder. Una vez queda establecido el carácter de Dios entonces puedo comprender mejor lo que hace.

 

      2.  Dios siempre actuó así

Cuando hablamos de la predestinación debemos recordar que el Señor siempre ha actuado de esa manera. Es decir, que Dios elija a un grupo de personas para determinados propósitos, no es algo ajeno a Él. Al contrario, es algo que Dios ha hecho en otras ocasiones y es una acción congruente con su carácter. Dios eligió a la nación de Israel como el pueblo que sería el objeto de su gracia y quienes serían los recipientes de sus privilegios (Deut 4:37 7:6-8, 10:15).  Dios eligió a ciertas personas o grupo de personas para ciertos oficios y posiciones de liderazgo como Moises, (Éxodo 3) a los sacerdotes (Deut 18:5) a los profetas (Jeremías 1:5) y a los apóstoles (Marcos 3:13; Juan 6:70). En todas estas ocasiones, el criterio para elegir fue la soberana voluntad de Dios y no algún mérito departe de los elegidos.

 

   3.  Los textos explícitos

El tercero camino que podemos tomar para ensañar la predestinación es presentando los versículos que hablan directamente del tema. Es decir los textos que hacen referencia a la predestinación. Es evidente que unos versículos son más elocuentes que otros, pero sin duda todos ellos hacen hincapié en la voluntad soberana de Dios para elegir. A continuación algunos:

  • Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera. (Juan 6:37)
  • Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros, y os designé para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. (Juan 15:16)
  • según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de El. En amor (Efesios 1:4)
  • también hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad, (Efesios 1:11)
  • Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna. (Hechos 13:48)
  • Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; (Romanos 8:29)
  • Porque Él dice a Moisés: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y tendré compasión del que yo tenga compasión. Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. (Romanos 9:15-16)
  • quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad, (2 Timoteo 1:9)
  • sabiendo, hermanos amados de Dios, su elección de vosotros, (1 Tesalonicenses 1:4)
  • Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. (2 Tesalonicenses 2:13 )

 

     4.  La depravación humana

Una cuarta forma para presentar la predestinación es enseñando la corrupción del ser humano. Dicho de otra manera, debemos establecer la gran depravación del hombre a causa del pecado. El apóstol Pablo enseñó que el hombre está muerto en sus delitos y pecados (Efesios 2:1; Colosenses 2:13).  Su corazón está inclinado únicamente al mal, su mente ha quedado oscurecida, no puede entender su verdadera necesidad y su voluntad está esclavizada al pecado (Gen 6:5; Jer 17:9; Efe 4:18; Juan 8:34). Corazón, mente y voluntad han sido seriamente afectadas por el pecado. En resumen, el ser humano desde que nace es un cadaver espiritual. Incapaz e impotente para salvarse, precisamente por qué está muerto. No puede oír, no puede ver, no puede discernir su condición, no puede acercarse ni buscar a Dios (Rom 3:11). Está muerto.

La única solución es que Dios le de nueva vida, o en palabras de Jesús, el hombre debe “nacer de nuevo “(Juan 3:3). Y esta obra es la que antecede a la respuesta del hombre. Es decir, es Dios quien da nueva vida para que el hombre pueda acercarse a él y creer en él. Por eso el mismo Jesús dijo “ninguno puede venir a mi si el Padre no le atrajere” (Juan 6:44). Dios es quien, por el nuevo nacimiento, atrae a los hombres a sí mismo. La pregunta que surge es ¿a quiénes da vida nueva? La respuesta es concluyente: A los que predestinó. En realidad, Dios eligió antes de la fundación del mundo a los que les daría vida nueva. Si él no regenera a los hombres, nadie se acercaría a él.

 

 Conclusión

Para terminar no olvides que debemos limitarnos a presentar las Escrituras con gracia, respeto y mansedumbre (1 Pedro 3:15). Evitemos discusiones. Nuestra tarea es sembrar y regar y el Señor es quién da el crecimiento (1 Cor 3:6).  Sólo Dios, por Su Espíritu, puede iluminar los corazones y las mentes de los hombres para que puedan comprender las riquezas de su gracia.

He tratado de presentar estas cuatro maneras para poder explicar la predestinación. Pero también debemos recordar que los caminos y los pensamientos de Dios son mal altos que los nuestros (Isaías 55:9) y debemos dar gloria al Señor por eso. Los misterios de Dios nos deben llevar a la adoración. Un antiguo reformador decía que si tu mente no comprende, deja que tu corazón adore. Así lo hizo el apóstol Pablo quien irrumpió en alabanza cuando fue abrumado por la gracia de la salvación:

¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pues, ¿Quién ha conocido la mente del Señor? ¿O quién llegó a ser su consejero? ¿O quién le ha dado  a él primero para que se le tenga que recompensar? Porque de El, por El y para El son todas las cosas. A El sea la gloria para siempre. Amén. (Romanos 11:33-36)

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