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¿Quién escribió Éxodo? Moisés

¿Para quién fue escrito Éxodo? El pueblo de Israel, quienes necesitaban recordar la historia de cómo Dios los redimió de la esclavitud en Egipto.

Cuéntame un poco acerca de Éxodo. Éxodo recibe su nombre de la primera mitad del libro, que describe cómo Dios rescató al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto para llevarlos a la Tierra Prometida.

Éxodo tiene 40 capítulos y 1213 versículos. Cuenta la historia que establecería la identidad de Israel hasta este mismo día.

¿De qué se trata Éxodo? La historia de Éxodo fluye naturalmente de Génesis. Génesis terminó con la familia de Abraham: desde Isaac, a Jacob, hasta los 12 hijos de Jacob que formarían las 12 tribus de la nación de Israel. Los descendientes de Abraham se habían mudado a Egipto para sobrevivir una hambruna, y Dios los prosperó allí. Aquí inicia la historia de Éxodo.

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1-3: Dios recuerda Su promesa a Israel

En los primeros tres capítulos del libro vemos que los israelitas siguen en Egipto, pero ahora bajo un nuevo faraón que los ha esclavizado. Bajo esta opresión, Israel clama a Dios y Él responde con un mediador: Moisés (Éx. 2). El bienestar de Israel importa porque el cumplimiento de las promesas de Dios a Abraham vendría por medio de esta nación.

4-18: Dios redime a Israel

Los capítulos 4 al 18 cuentan la historia del éxodo de Israel y los acontecimientos que aseguraron su redención. Uno de los temas centrales de esta sección es el endurecimiento del corazón de faraón. El faraón está determinado a detener los planes de Dios. Hay momentos en que el faraón endurece su propio corazón (Éx. 7:13, 22; 8:15, 19, 32), y momentos en que Dios lo endurece (Éx. 7:3-4, 9:12, 10:20, 27). Esto muestra que Dios usa todo —hasta el mismo pecado humano— para cumplir Sus propósitos.

Dios envía 10 plagas para juzgar y acabar con cualquier noción de poder que tenía el emperador egipcio. La última de estas plagas fue la muerte de todos los primogénitos en Egipto. Este último de acto de justicia para Egipto se convirtió en un acto de salvación para Israel. No solamente porque llevó a la liberación de Israel cómo nación, sino también porque Israel escapó la muerte al poner la sangre de un cordero sin mancha en el marco de sus puertas. Este acto luego se establecería como uno de las ceremonias centrales a la identidad de Israel (y la Iglesia hoy): la Pascua. La Pascua celebra uno de los temas centrales a la narrativa redentora: que la salvación se lleva a cabo por medio de la sangre de un Cordero.

19-40: Dios forma un pacto con Israel

El escenario de la historia cambia en los capítulos 19 al 40, ahora estando al pie del Monte Sinaí. Aquí quedarían por un año. Israel fue redimido para ser un reino de sacerdotes, representando a Dios ante las naciones. Pero antes de poder hacer esto, Dios tendría que establecer un pacto con ellos (Éx. 20). Este pacto, enraizado en la gracia de Su salvación (Éx 20:2), establece las diferentes leyes que el pueblo de Israel debería seguir: principalmente, los Diez Mandamientos (Éx. 20:1-21). También: instrucciones sobre la adoración (Éx. 20:22-26; 23:10-19), reglas para vivir en comunidad (Éx. 21:1-23:9), e instrucciones para entrar a Canaán (Éx. 23:20-33). El pueblo escucha los parámetros de este pacto y aceptan con gozo.

Inmediatamente vemos que la presencia de Dios está entre ellos, primordialmente con Moisés a la cima del Monte Sion. Pero Dios también da instrucciones para la construcción del tabernáculo y consagración de los sacerdotes, para así morar con Su pueblo (Éx. 25-30).

Lamentablemente, no pasa mucho tiempo sin que Israel regrese al pecado. Los capítulos 32 al 34 detallan cómo, mientras Moisés estaba en el monte recibiendo la instrucción del Señor, el pueblo construye un ídolo, olvidándose de todo lo que Dios había hecho por ellos. El pacto es quebrantado. Nuevamente, el pecado humano arruina el final feliz entre Dios y Su pueblo. Israel cayó en el mismo pecado de Adán y Eva, escogiendo seguir sus propios deseos por encima de la Palabra de Dios.

Moisés —sabiendo que Dios traería justicia al pecado— le pide a Dios que sea misericordioso, y hasta se ofrece como un sustituto por el pueblo (Éx. 32:30). Pero Dios no acepta este sacrificio, puesto que Moisés no cumplía con los requisitos de un sacrificio inocente. Él también era un pecador, y el tabernáculo, los sacerdotes, y los sacrificios apuntarían a un futuro Cordero quien moriría por el pecado (Jn. 1:29; Heb. 10:10).

Ante tal rebelión, Dios se enoja con Israel, y dice que estaría mejor destruirlos y empezar de nuevo con Moisés (Éx. 32:9-10). Estos versículos muestran el dolor que siente el Señor al ser rechazado por Su pueblo. Sin embargo, Moisés le ruega a Dios por misericordia y apela a Sus promesas anteriores de que todas las naciones Lo conocerían a través de ellos. Entonces Dios renueva Su pacto con Israel, estableciendo nuevamente qué Él permanecería con ellos y afirmando las leyes que reflejan Su carácter santo (Éx. 34).

Al final del libro vemos que Israel termina de construir el tabernáculo y la presencia de Dios lo llena. Que Dios more en el tabernáculo representa Su fidelidad a estar con Israel, a pesar de su naturaleza pecaminosa, y a cumplir Sus promesas hacia ellos.

El evangelio en Éxodo

Toda la historia de Éxodo grita gracia. Es imposible leerla y no quedarte asombrado por la gracia de Dios. Éxodo es el primer libro donde encontramos la palabra redención (Éx. 8:23). Y no es para nada sorprendente ver que en el resto de la Biblia, cuando están pasando por tribulaciones, los israelitas regularmente deben ser recordados de cómo los redimió de la esclavitud.

Podemos ver el evangelio en la redención de Israel. En un sermón sobre Éxodo 14, Tim Keller cuenta la historia de cuando era un estudiante de seminario y estaba sentado en la sala de R.C. Sproul en un estudio bíblico. En esta reunión estaba presente el erudito J. Alec Matier y Sproul le preguntó, “¿Cuál es una de las conexiones mayores entre el Antiguo y Nuevo Testamento?”. Su repuesta fue la siguiente:

Piénsalo. Piensa sobre lo que diría un israelita en camino a Canaán después de haber cruzado el Mar Rojo. Si alguien le preguntara a un israelita, “¿Quién eres? ¿De donde vienes?”, ¿cómo respondería? “Yo era un extranjero que vivía bajo la pena de muerte, en esclavitud, pero encontré refugio bajo la sangre del cordero y nuestro mediador nos liberó y cruzamos hasta aquí y ahora estamos en camino a la Tierra Prometida, pero aún no hemos llegado. Dios nos ha dado su ley para hacernos una comunidad. Y nos ha dado un tabernáculo y sacrificios porque vivimos por Su misericordia y perdón. Y Su presencia está entre nosotros y se quedará con nosotros hasta que lleguemos a casa.

¡Ese es el testimonio de un israelita y es el testimonio de un cristiano también! Éxodo anticipa la historia del evangelio en la redención de Israel.

Keller continua explicando cómo Éxodo nos muestra el evangelio:

Una de las maneras más fáciles de explicar el evangelio es indicar que Dios no le dio a Israel primero la ley, y luego los liberó de Egipto. Al contrario, Dios los liberó, y luego les dio la ley. Ese es el evangelio. Levítico 11:45 afirma esto: “Porque Yo soy el Señor, que los he hecho subir de la tierra de Egipto para ser su Dios; serán, pues, santos porque Yo soy santo”. Eso es lo mismo que decir que la fe nos salva para hacer buenas obras (Fil. 2:13; Heb. 11:6). Mientras más veas lo que Dios ha hecho por ti, más santo serás. Mientras más entiendas que tu salvación no tiene nada que ver con tu comportamiento, más verás que tu comportamiento cambiará.

El libro en una oración: Dios redimió a Su pueblo, los llama a ser santos, y por gracia permanece con ellos aún cuando no lo son.


Esta es la segunda entrada en la serie “El evangelio según…” donde trazó la historia del evangelio a través de la Biblia entera, un libro a la vez. Puedes leer otras entradas en esta serie aquí:

 

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