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Lo sé. Un post sobre Justin Bieber. Pero ténganme paciencia. Aquí no quiero hablar de la música de Justin Bieber, sino de otro detalle que quizás lo ha marcado más que otros artistas: el efecto que tiene sobre sus fans, los “Beliebers”.

Bieber tiene un efecto drástico sobre todas las personas. Casi cada persona tiene una opinión sobre el cantante popular. Algunos lo detestan por lo que han visto en las noticias (carreras en carros de lujo en calles públicas, peleas en Starbucks, etc.). Pero los que aman a Bieber, pareciera que no solamente lo aman: lo adoran.

Entonces, cuando escuché las noticias la semana pasada de que Bieber estaría cancelando todos los “Meet n’ Greet” (un encuentro donde fans pagan hasta $2000 para conocerlo en persona) durante el resto de su tour mundial, me interesó bastante la razón tras su decisión.

En un post de Instagram, Bieber dijo,

“Disfruto conocer a personas tan increíbles pero termino sintiéndome tan agotado y lleno de la energía espiritual de otras personas y termino tan agotado e infeliz…”.

También menciona,

“La presión de cumplir con las expectativas de personas sobre quién se supone que debo ser es demasiado para mí y pone mucho sobre mis hombros”.

Si en algún momento has visto a Bieber en las noticias, seguramente has visto también los videos de fans llorando con solo verlo, corriendo tras él en las calles, y esperando horas afuera de los estadios donde tiene sus conciertos. Bieber no miente cuando dice que al conocer a sus fans en persona, ellos traen mucha energía con ellos.

Pero, ¿qué pasa cuando estos encuentros ocurren una y otra vez, no solamente después de sus conciertos, pero cada vez que compra un café, sale a la calle, va de vacaciones, o simplemente interactúa con una nueva persona? Solo imaginar tales circunstancias suena fatigante. Físicamente y emocionalmente.

Cuando los ídolos no aguantan nuestra idolatría

Bieber, al igual que muchas otras celebridades, se ha convertido en un ídolo moderno. Claro, él es en parte responsable por esto ya que el éxito de un cantante popular depende no solamente de su talento, pero también de su popularidad. Sin embargo, los ídolos son creados por los idólatras, no por sí mismos, y eso es exactamente lo que el mundo ha hecho con este joven.

Isaías 44 describe la insensatez de la adoración hacia los ídolos. La vergonzosa absurdidad de los “dioses” creados por hombres es obvia: son proyecciones de los deseos humanos y dependen completamente del hombre para su existencia. Siendo creados por hombres, los ídolos no son capaces de cumplir con las expectativas que les asignamos porque son expectativas de tamaño de Dios.

El problema con los ídolos es que ellos mismos no pueden aguantar el peso de nuestra idolatría. Toda la adoración, gloria, deleite, amor y gozo que le pertenece a Dios no puede ser cargado por un ídolo débil como Bieber, porque él no es Dios. Dios no solamente es alguien a quien adoramos, también es una Persona de quien esperamos una respuesta. Es una Persona de quien tenemos las expectativas más altas. Y no hay un ídolo que pueda cumplir con esas expectativas.

Esta idolatría no solamente ocurre con las celebridades, pero con nuestros cónyuges también. Cuando amas a tu esposa más que a Dios, la conviertes en un ídolo, y pones expectativas irrealistas sobre ella, porque ella ahora es tu dios. Pero ella solamente es humana, ella no puede amarte, cuidarte, o ayudarte perfectamente. Solo el Dios verdadero puede hacer eso. Lo mismo se puede decir de nuestros hijos, nuestros trabajos, ministerios, y pasatiempos. Cuando adoramos a cosas o personas que no son Dios, siempre nos decepcionarán.

Esta es la realidad difícil de la idolatría que todos debemos aceptar.

No hay dios, excepto Dios

Al cancelar el resto de sus encuentros con fans, tal vez sin saberlo, Bieber anunció al mundo que él no es Dios. Y mientras que la mayoría de este post se ha tratado de este cantante, en realidad lo escribí para nosotros, los idólatras.

Cada uno de nosotros fue creado para adorar (Ro. 12:1-2). Las mala noticia es que por causa del pecado, adoramos las cosas incorrectas (Ro. 1:21-23). Cuando hacemos esto, creamos ídolos: objetos muertos y mudos que no tienen el poder para cambiarnos. Después de todo, ¿cómo puede algo creado ayudar a su creador? Es imposible.

Solamente hay una Persona que merece nuestra adoración y puede cumplir con –y de hecho transformar– nuestras expectativas: Jesús. Entonces, en lugar buscar en ídolos lo que solo Dios puede cumplir, pongamos nuestra vista y coloquemos nuestra esperanza sobre Él.

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