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Un salvador compasivo

En Marcos 6:30-44 vemos al Salvador haciendo uno de sus milagros más importantes. Es tan importante que es el único milagro, aparte de su resurrección, que es registrado por los cuatro evangelistas. Encontramos a los apóstoles en camino a buscar un descanso después de informar a Jesús todo lo que habían hecho y enseñado. Más en el camino su reposo fue interrumpido por una multitud.

Una multitud en gran necesidad y un salvador que se compadece.

Nuestro salvador Jesús no es un Salvador frío y distante. Él realmente se compadece de los que están en aflicción. La manera en la que Jesús le enseñó su corazón compasivo fue enseñándoles la Palabra de Dios. Él sabía que necesitaban el alimento de la Palabra de Dios. Una de las maneras principales en las que los pastores les muestran su amor a sus ovejas es enseñándoles fielmente la Palabra de Dios sin alteración.

Una multitud hambrienta y un salvador todo suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades.

En ese momento los apóstoles estaban tan atentos al problema de tener a estos 5,000 hombres con necesidad de alimento que perdieron de vista la solución que estaba frente a sus ojos. Eso es lo que pasa cuando comenzamos a andar por vista en lugar de andar por fe. Mirar la realidad a nuestro alrededor únicamente con los ojos de la cara no nos ayuda a ver mejor.

La multiplicación de los panes es una representación gráfica del evangelio. El Señor Jesucristo vino a saciar al alma hambrienta a través de su propia muerte en la cruz del calvario porque es un Salvador compasivo, porque es un Salvador lleno de gracia. “Yo soy el pan de vida, dice el Señor” (Juan 6). Este milagro no es más que el preámbulo del Gran Banquete de Salvación que Dios ofreció en la cruz del Calvario.

Este milagro es muy importante. Jesús se presenta como el Dios Todopoderoso que puede proveer para nuestras necesidades. Podemos derivar de esta historia varias lecciones. En primer lugar vemos que el verdadero descanso del alma no se encuentra en una vida libre de problemas. El verdadero descanso del alma se encuentra al contemplar la compasión, la gracia, el poder, la sabiduría, la bondad, la misericordia de nuestro Dios. Es Jesús quien da descanso al alma. Nuestro Dios es un Dios generoso quien va a proveer lo que realmente necesitas.

Segundo, las necesidades de los demás no son interrupciones en el camino, sino momentos de gracia. Muchos en la iglesia no necesitan descanso como los apóstoles porque son meros espectadores de la iglesia. Están muy ocupados en su reino personal para invertir su vida en servir a las necesidades de los demás. Por último, aprendemos que Jesús es el único que puede satisfacer al alma hambrienta por medio de su cuerpo. Por medio de su muerte. Por medio de su obra de redención.

Si deseas escuchar este mensaje completo, puedes hacerlo aquí:

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