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“¿Qué sentido tendría el orar por dirección para el futuro cuando no estamos obedeciendo lo que tenemos por delante hoy? ¡Cuántos eventos especiales en la Escritura dependieron de un aparente pequeño acto de obediencia! Puedes estar seguro: Haz lo que Dios te pide que hagas ahora y, dependiendo lo que hagas, se te mostrará qué debes hacer después”, Elizabeth Elliot.

Todo el mundo quiere crecer espiritualmente. Los que no conocen a Cristo puede que le llamen superación personal o plenitud. Los cristianos le llamamos santificación o dar frutos. Nadie quiere quedarse donde está. Así nos enseñaron en la escuela: los seres vivos “nacen, crecen, se reproducen, y mueren”. Todos andamos buscando hacer por lo menos dos de esas cuatro cosas.

Hace unos meses publiqué un breve artículo sobre este mismo tema titulado “7 formas de hacer crecer tu alma cada día“. Allí hablamos de leer y meditar la Palabra, orar, escuchar la Palabra predicada, leer buenos artículos y libros, y evangelizar.

Pero hoy quiero darte algo mejor. Algo más resumido. Quiero darte la única cosa que tienes que hacer para crecer espiritualmente. Por lo menos, la principal. ¿Listo?

Es obedecer.

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Uno de los versículos más conocidos sobre el crecimiento espiritual es Hebreos 5:14, que nos enseña que “el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal”. Similar a Pablo con los corintios (1 Co. 3), el autor de esta epístola está frustrado con los hebreos por su falta de madurez, lo que le obligaba a tratar una y otra vez con los principios básicos de la fe (la leche), sin poder llegar a comer el alimento sólido. Pero nota cómo luce una persona madura: es el que tiene los sentidos ejercitados para discernir… por la práctica.

Soy un férreo proponente de la educación teológica y la enseñanza. En América Latina estamos muy necesitados de sana doctrina, bien sistematizada y transferida a las iglesias. Sin embargo, luego de haber estado en diversos ambientes donde abunda la academia y la buena doctrina, puedo decir con absoluta certeza que el mucho conocimiento no lleva a la madurez ni al crecimiento espiritual. El contexto de Hebreos 5 nos hace ver la necesidad de buena enseñanza, algo que tú y yo debemos buscar. Esto implica en primer y último lugar el acercarnos diariamente a la Palabra, deseándola como niños recién nacidos. Pero eso no es lo único que se necesita: para madurar, hay que practicar. Hay que ejercitar.

Hay que obedecer.

  • Entonces, mientras vamos buscando buenos libros, ¿en qué área de nuestras vidas hemos notado que no estamos siendo obedientes al Señor?
  • Mientras tratamos de entender algún versículo de la Palabra cuyo significado nos elude, ¿qué versículo sí entendemos pero no estamos poniendo en práctica?
  • En la medida que oramos por mayor crecimiento y cercanía con el Señor, ¿a quién necesitamos perdonar o pedir perdón para que nuestras oraciones no sean estorbadas?

Para dar frutos, necesitamos obedecer. Somos salvos absoluta y completamente por gracia (Efesios 2:8-9); y somos salvos absolutamente para hacer buenas obras (Efesios 2:10). Cristo murió por un pueblo celoso de buenas obras (Tito 2:14), y nos ha dado su Santo Espíritu para que así sea. Por supuesto, para obedecerle, lo necesitamos (Juan 15:5). Pero al dar fruto estamos manifestando que genuinamente estamos cerca de Él.

¿Quieres crecer espiritualmente? Obedece al Señor. Hoy.

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