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La situación en Venezuela es espeluznante. Lo que hace unos pocos años era una de las naciones de mayor riqueza en América Latina hoy se encuentra en el tope de la inseguridad económica y social, donde sus ciudadanos hacen filas por horas para entrar al supermercado y tratar de comprar las cosas más básicas. La peor parte: no se vislumbran los rayos de cambio que tanta esperanza traen al ser humano.

Pensar en los 30 millones de personas sufriendo estas angustia me ha llevado muchas veces delante de Dios clamando por misericordia y justicia. En esta ocasión, conversé con Josué Barrios, uno de los venezolanos afectados, pero que está lleno de esperanza. Aquí hablamos un poco de los males económicos, las dificultades para la iglesia, y cómo mantenerse esperanzado (¡y aun casarse!) en medio de tiempos turbulentos.

1. En el 2014 hablaste sobre la situación social y la inseguridad, y los inicios de una inflación, y ya el año pasado nos informaste sobre lo terrible de la situación económica. ¿Qué tanto han cambiado las cosas en estos últimos meses?

La crisis económica se ha profundizado con una inflación que no para de crecer, y se estima que este año sea peor. También ha aumentado la crisis social y moral del país, evidenciada en altos índices de corrupción y delincuencia. Además, aunque la mayoría de los venezolanos se identifican con la oposición al gobierno, la división social en opiniones políticas se ha intensificado a medida que se profundiza la lucha gubernamental.

2. Mucho se ha leído y publicado acerca de la escasez de alimentos: ¿Son exagerados los reportes de espera de horas para ir a supermercados y luego no encontrar prácticamente nada? ¿Cómo lo hacen en tu casa?

Aunque tal vez algunos reportes sean exagerados, creo que en general son correctos. En el pasado he hecho colas por horas en supermercados para adquirir productos de producción nacional regulados por el gobierno, los días que me corresponde poder comprarlos según mi número de cédula, y he tenido que regresar a casa con las manos vacías. He visto que en otras ciudades las colas son mucho más largas que en la mía.

Los productos regulados se agotan rápido por la poca producción nacional que existe, la alta demanda que hay, y por la corrupción en el país. (Existe una especie de mercado negro de comida en Venezuela, con precios elevados, que tristemente se ha vuelto parte de la cultura venezolana).

En mi casa hemos tenido que ser ingeniosos para cocinar sin los productos que escasean. Gracias a Dios, vivo en una zona del país en donde se consiguen verduras para comer y ciertos alimentos. Así solucionan muchos venezolanos. Otros adquieren versiones importadas de los productos que escasean aquí (las cuales son más costosas), o han tenido que acudir a los “bachaqueros” —así se les llama a las personas que revenden los productos regulados por el gobierno— para comprar varias cosas, o han tenido que disminuir sus comidas al día.

Esta crisis alimentaria es preocupante. He escuchado testimonios que confirman los reportes de que cada vez es más frecuente ver a personas buscando comida entre la basura en las calles en ciudades como Caracas.

3. ¿Qué tal está el acceso a contenido extranjero por donde estás? ¿Internet? ¿Libros?

En general, podemos acceder a contenido foráneo. La conexión a Internet es mala, pero al menos nos sirve.

Con respecto a los libros cristianos, aquí en Venezuela son extremadamente caros debido a la inflación, los impuestos, y la falta de divisas. Esto es frustrante para muchos creyentes. Además, muchos no tienen los recursos para adquirir legalmente libros en formato digital, y otros no tienen cómo leer ebooks, o no pueden leer los que están gratis en inglés por la barrera del idioma.

4. Hace poco entraste al club de los hombres más felices del mundo: te casaste. ¿Qué les llevó a tomar esta decisión en tiempos de tanta incertidumbre?

Desde que iniciamos nuestro noviazgo teníamos la meta de casarnos tan pronto como pudiéramos puesto creemos que eso es lo mejor. Así que, cuando vi cierta posibilidad para casarnos gracias a la provisión de Dios, Él nos concedió la fe para dar este paso, considerando que después sería más difícil debido a la crisis actual.

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Habíamos orado tanto por eso que sabíamos que, aunque es difícil casarse en medio de esta crisis económica, no honraríamos a Dios si postergábamos más el compromiso, y que esta era una oportunidad para que Él se glorificara.

Durante esa etapa, en los preparativos de la boda y dónde viviríamos, Dios nos llevó a comprender que lo importante de casarnos no es la boda como tal, sino el matrimonio. Me explico: aunque no tuviésemos una boda digna de Pinterest, o no tuviésemos todos los electrodomésticos, el matrimonio es mucho más que eso. Muchas personas con matrimonios fuertes se han casado en crisis económicas igual o hasta más severas, y han podido exaltar a Dios en medio de eso.

Con todo, el Señor superó nuestras expectativas de incontables maneras, a través del apoyo que recibimos de familiares y hermanos en la fe. Por momentos fue difícil, y hasta llegamos a pensar que no podríamos casarnos, pero Dios nos sostuvo y lo sigue haciendo. Ahora pienso que Él igual lo habría hecho si hubiésemos decidido casarnos antes y con menos recursos aún.

5. ¿Hay complicaciones para la iglesia? ¿Tienen verdadera libertad de culto?

La crisis ha traído ciertas complicaciones a la mayoría de las iglesias (especialmente las pequeñas). Conozco congregaciones que, por ejemplo, tienen serias dificultades para pagar el alquiler de los lugares donde tienen sus servicios de adoración. Pero, en general, podemos decir que hay libertad de culto en la mayor parte del país. Sin embargo, tiemblo al pensar que esa libertad de culto se debe, al menos en parte, al hecho de que las denominaciones protestantes aquí no son un problema para el régimen actual. El evangelio de la prosperidad que tanto abunda, por ejemplo, no es un dolor de cabeza para los malos políticos.

Si nuestras congregaciones no incomodan a regímenes que internacionalmente son reconocidos como violadores de la libertad de expresión y otros derechos humanos, y que fomentan la idolatría a sus líderes, traen pobreza, y se caracterizan por la corrupción, debemos examinarnos seriamente para saber si somos la sal del mundo.

Agradezco a Dios por las iglesias que, centradas en el evangelio, buscan ser luz en este país de oscuridad, mostrando compasión hacia los más necesitados y llamando al país al verdadero arrepentimiento. Pero me quebranto al pensar que, si Dios está juzgando a Venezuela, tal vez la mayor prueba de ese juicio no es la situación general de la nación, sino la indiferencia entre gran parte de los que dicen ser el pueblo de Dios. Ojalá el tiempo revele que estoy equivocado en esto.

6. ¿Hay algún tipo de supervisión al uso de internet y a lo que se dice por las redes sociales? ¿O tienen libertad de expresión?

Hay cierta supervisión al uso de Internet. Sin embargo, la libertad de expresión que yo pueda tener depende mucho de mi influencia.

El sistema gubernamental permite muchas voces disidentes, pero cuanto más amplio es el alcance de la voz, más problemas puede traerte el opinar en contra de las políticas gubernamentales y sus dirigentes. En los últimos años se han documentado incontables casos de censura y autocensura en Venezuela. Por ejemplo, hace poco el gobierno bloqueó en Venezuela la señal de CNN en Español por un reportaje que hicieron exponiendo ciertos casos de corrupción.

7. ¿Qué bendiciones has visto en la iglesia y en tu vida en medio de esta difícil situación? ¿Cómo ha estado el Señor hablando? ¿Qué no hubiera pasado si Él no envía esta aflicción?

Incontables bendiciones. Personalmente, he podido ver mucho la provisión del Señor y conocerle más profundamente en las dificultades. Por su gracia, creo que estoy comprendiendo más la dulzura y realidad de pasajes como Filipenses 4:11-13; Mateo 6:19-34; Romanos 8:28-39.

Dios obra todo para bien de sus hijos y podemos descansar en su soberanía, gracias a la obra de Cristo. Y me emociona ver que muchos cristianos están aprendiendo lo mismo.

Creo que muchos cristianos estamos entendiendo que esta crisis es una oportunidad maravillosa para que mostremos a Cristo, entendiendo que en el evangelio tenemos una respuesta infinitamente mejor al problema del venezolano que la que pueden dar los principales bandos políticos en el país.

Tantos los que apoyan o apoyaban en un comienzo al gobierno, como los que no, en su mayoría realmente quieren lo que creen que es mejor para el país, y muchos están cansados de la situación actual. Pero creo que muchos creyentes están comprendiendo que el evangelio puede hacer mucho más por los pobres y por la nación que lo que el populismo y el socialismo ofrecen. Solo el evangelio puede satisfacer la necesidades más profundas de las personas, y al mismo tiempo dar un fundamento más sólido a la lucha por el bienestar social, moldeando nuestro pensamiento para llevarnos a tomar mejores decisiones para Venezuela.

De esta manera, la iglesia (más que los políticos) es quien puede unificar de manera más profunda a este país tan dividido, y así contribuir significativamente a un nuevo amanecer para Venezuela. Si Jesús pudo unir a un zelote (Simón) y a un recaudador de impuestos (Mateo), seguro puede unir a un seguidor de los ideales chavistas y a un ferviente opositor al gobierno. Lo he visto varias veces y es asombroso. Me emociona mucho pensar que cada día somos más los cristianos que estamos aprendiendo esto.

Oro a Dios que nos conceda a los cristianos en Venezuela no desperdiciar este momento, y que en medio de la situación actual, podamos permanecer centrados en el evangelio y creciendo en nuestra comprensión de la verdad.

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