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Vivimos en tiempos extraños. Cada año, cientos de miles de personas pagan para ir al cine a ver películas que les asusten y le quiten el sueño. La fascinación de nuestra sociedad con la muerte y lo sobrenatural es tal que Halloween mueve más de 8 mil millones de dólares al año solo en Estados Unidos.

Como parte de este aprecio por lo extraño, vemos en películas, en televisión, y en las conversaciones populares, diferentes representaciones de personas que “venden su alma al diablo”. De hecho, en varias ocasiones he escuchado de evangélicos preocupados porque creen que un familiar o amigo ha vendido su alma a Satanás, y ahora no saben si hay oportunidad de salvación. Y de manera secular, se escuchan bromas de que tal persona tuvo que vender su alma para poder conseguir éxito en alguna empresa o labor.

Esto nos lleva a la pregunta, ¿es posible vender nuestra alma al diablo? La respuesta de la Biblia es que, en un sentido real, no, no lo es. Pero sí es posible que Satanás tenga mayor influencia en la vida de algunas personas. Analicemos algunos textos que pueden darnos luz sobre este tema.

Las almas le pertenecen a Dios

“Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
El mundo y los que en él habitan”
Salmo 24:1

En un sentido real, no puedes vender lo que no te pertenece. Y en realidad, nada de lo que “tenemos” es verdaderamente nuestro. Lo que tenemos no es más que una dádiva (1 Cor. 4:7) del Señor, a quien rendiremos cuenta (Mat. 16:27). Si esto es verdad de nuestra familia y de nuestros dones y talentos, es absolutamente verdad acerca de nuestra alma.

Verás, aunque podamos diferir entre si somos “alma, mente, y cuerpo” o solamente una parte material y una espiritual, todos podemos estar de acuerdo que el alma del ser humano es esa parte creada a imagen de Dios por ese soplo divino en el génesis (Gn. 2:7). Siendo este el caso, ¿cómo pudiéramos vender la imagen de Dios en nosotros?

No puedes vender lo que no es tuyo, a menos que el comprador sea muy tonto. Satanás no es tonto, y no se va a dejar engañar por alguien que no tiene los años de experiencia que él sí tiene. Él conoce bastante bien al dueño de tu alma, y sabe que no va a comprártela a ti. Entonces, un no puedes venderle tu alma al diablo.

Tu alma le pertenece a Dios

“¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios”
1 Corintios 6:20

Si esto que dijimos es verdad para todos, es de aun mayor peso para los cristianos. Si estás en Cristo, no solo eres criatura de Dios, sino que eres su hijo (Juan 1:12), comprado por siempre por la sangre de Jesús (Hch. 20:28), con tu alma sellada por el Espíritu de la promesa (Ef. 1:13). Todo lo que eres le pertenece a Dios, pero de manera particular Él ha hecho una obra de regeneración en tu ser y te ha transformado de adentro hacia afuera, para siempre. Es por eso que, como muchos otros han dicho, un creyente no puede ser poseído por un demonio.

Entonces un cristiano genuino nunca tendría el interés de entregarse a Satanás, porque el hijo de Dios no practica el pecado (1 Juan 3:9), y un pensamiento tan dañino y diabólico como el de buscar vender su alma a Satanás es evidentemente el resultado de una práctica de pecado.

Pero en el caso estrictamente hipotético de que un verdadero hijo de Dios, de repente y por una situación muy particular, buscara entregarse al control demoníaco, nos encontramos, como ya vimos, con que su alma no le pertenece. Y por otro lado, 1 Juan 5:18 enseña claramente que el maligno no toca al que ha nacido de Dios. Es decir, los cristianos son una mercancía que Satanás no puede adquirir. Por tal razón, si eres cristiano, no solo no querrías, sino que no podrías venderle tu alma al diablo.

Satanás ya tiene control

“Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero está bajo el poder del maligno”
1 Juan 5:19

Dentro de sus planes soberanos, vemos una y otra vez en la Escritura que Dios le ha cedido cierto control a Satanás sobre aspectos de Su creación. Por ejemplo, en Lucas 4:6 Satanás ofrece a Jesús el dominio de los reinos de este mundo, ya que a él le había sido entregado. Además, en 2 Corintios 4:4, Pablo deja ver que el dominio de Satanás es tal que él ejerce control sobre el entendimiento de los que no conocen a Cristo.

Pero la Palabra va todavía más allá. El apóstol Juan no solo presenta al mundo como bajo el poder de Satanás, sino que dice que dice que “el que practica el pecado es del diablo” (1 Juan 3:8). Es decir, si tu vida está caracterizada por el pecado, entonces ya estás bajo Satanás: ya eres de él. Jesús también dijo a su audiencia de duros de corazón que ellos no creían porque eran hijos del diablo (Juan 8:44). Entonces, si bien no puedes vender lo que no te pertenece, por lo que los hombres no pueden vender sus almas al diablo, en un sentido práctico, si vives una vida de pecado y no te sometes al señorío de Cristo, tu alma ya le pertenece a Satanás. Y él gozosamente puede aceptar tener más dominio sobre tu vida, aun ofreciéndote gloria y honor (como hizo con Jesús).

Esperanza para los perdidos

Lo increíble del evangelio es que siempre provee esperanza aun para los que parecen estar más perdidos de todos. En la Escritura vemos varios ejemplos de personas vendidas al mal, entregadas a la hechicería, y quienes sin embargo son transformadas por el poder de Dios. Vemos docenas de ejemplos en los evangelios de personas infestadas por demonios y luego siendo liberados y transformados. Simón el mago, por ejemplo, tuvo oportunidad de venir en arrepentimiento delante del Señor (Hch. 8 9:25), y una joven poseída en Filipos vio su vida totalmente transformada al encontrarse con los siervos del Señor (Hch. 16:16-19). Con esto quiero decir que no hay nadie que esté demasiado lejos en su pecado y aun en la influencia satánica sobre su vida como para que la luz del evangelio no pueda brillar sobre su vida y traer salvación.

La creación de Dios le pertenece a Dios, y los hijos de Dios son Su preciado tesoro. Por eso, no es posible vender almas a Satanás. Pero él sí está muy interesado en tener mayor control sobre tu vida y la mía. Por tanto, es nuestro llamado el buscar el rostro del Señor cada día, anhelando que el Espíritu Santo tenga cada vez más influencia en todo nuestro ser.

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