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Temprano en la vida descubrí que la iglesia no solamente estaba interesada en mis acciones, sino también en mis motivaciones. Sin embargo, a menudo observé, aunque no dándome cuenta verdaderamente en esa época, que las motivaciones de la iglesia estaban frecuentemente desacertadas. Somos buenos en decirle a las personas que deben hacer, pero las motivaciones que les proveemos para que realicen tales acciones constantemente están mal dirigidas.

Entender las motivaciones detrás de nuestras acciones es crítico para tener una fe genuina en la cual experimentamos una transformación auténtica a través del Espíritu Santo.

He estado en varias iglesias que comparten el evangelio, pero muchas veces las motivaciones para que pongan su confianza en el mismo son engañosas o simplemente equivocadas. El pastor compartirá el evangelio, le dirá a su audiencia que hay que creerlo, y entonces proveerá algunas razones o motivaciones por las cuales  hay que hacerlo. Pero, ¿cuál debería ser y no debería ser nuestra motivación?

Tres sustitutos incorrectos para motivarnos 

Redeemer City Church enumera tres cosas que se han infiltrado en el cristianismo y han reemplazado la que debería ser nuestra verdadera motivación para creer el evangelio de Jesucristo:

  • Moralismo – este acercamiento usa el temor, las reglas y los mandamientos como la base para desaminar y animar una vida en santidad, la cual tristemente, ha resultado en incrementar el farisaísmo entre los que guardan el mandamiento y desesperanza entre aquellos que sienten que no pueden vivir de acuerdo a lo que se espera de ellos.
  • Pragmatismo – esta motivación se manifiesta cuando en un esfuerzo por alcanzar a nuevas personas, los líderes de la iglesia emplean más tiempo enfocándose en técnicas de principios útiles que en indicar a las personas lo único que tiene poder real para cambiar corazones y vidas.
  • Activismo – esta última nace del deseo de involucrarse en la esfera pública y ejercer influencia en el gobierno, y los cristianos de cada grupo político equivalen la propagación del evangelio con el crecimiento de un partido político particular.

Ellos también afirman que estos ismos a menudo comienzan con buenas intenciones y nobles aspiraciones por lo cual es difícil identificar nuestras motivaciones:

… un profundo deseo de ayudar a las personas para que cambien y crezcan, un deseo por alcanzar a aquellos que están alejados de Dios, o un deseo de influir para cambiar la manera en que las cosas se hacen.  Desafortunadamente, cuando algo más que no sea Jesús es nuestro objetivo primario, (no importando cuan excelente sea el objetivo), eventualmente comenzaremos a tomar atajos para lograr lo que queremos llevar a cabo.

¿Ves el problema?  Es irrelevante cual es el mensaje si estamos motivando o guiando a las personas a seguirlo por las razones equivocadas. Por ejemplo, la razón por la cual tú y yo luchamos para comprender si los miembros de las iglesias que predican el evangelio de la prosperidad, salud y riqueza son verdaderamente salvos es porque les escuchamos explicar el evangelio (Dios salva a los pecadores), pero ¡sus motivaciones para creerlo (así podrás tener una vida de prosperidad financiera y buena salud) están equivocadas!  A Dios no solamente le interesa que creamos en Él, sino que creamos en Él por las razones correctas.

Nuestra motivación para vivir en Cristo, para estudiar la Palabra, para compartir el evangelio de Jesucristo, y sobre todo para creerlo no debe fundamentarse fuera de la verdad del mismo.

Si el mensaje y nuestra respuesta al mismo está básicamente motivada por el moralismo, entonces las personas pondrán su mirada en sus propias obras para su salvación y no en Cristo, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2).

Si el mensaje y nuestra respuesta al mismo está básicamente motivada por el pragmatismo, entonces las personas serán indiferentes en cuanto al mensaje que les hemos dado para que lo prediquen y dependerán más en las técnicas y métodos y al hacerlo así estarán confiando más en sí mismos como mensajeros y no en el Evangelio, el cual es el poder de Dios para la salvación (Romanos 1:16).

Si el mensaje y nuestra respuesta al mismo está básicamente motivada por el activismo, entonces las personas volverán los asuntos secundarios en asuntos primarios y al hacerlo así estarán removiendo el evangelio de su debido lugar, el de primer lugar (1 Corintios 15:3). 

El evangelio es nuestra mayor motivación

Sin embargo, si el mensaje y nuestra respuesta al mismo está básicamente motivada por la verdad del evangelio, entonces veremos al cristiano crecer en su confianza y dependencia en la gracia de Dios porque conoce su condición, que por gracia ha sido salvado y no por sus obras (Romanos 3:23, Efesios 2:9).

Veremos al cristiano tomar más valor en el evangelismo y la oración porque la salvación no depende de su técnica o método, sino en la gracia de Dios (Romanos 11:6).

Y, por último, veremos al cristiano echar raíces y mantener cualquier actividad —la enseñanza, la predicación, la comunidad, la adoración, el discipulado, el servicio social y comunitario— en su perspectiva correcta, enfocada en el evangelio:  las riquezas de la gracia de Dios disponibles por causa de la muerte sacrificial de Jesucristo por los pecadores.

Ícono usado bajo licencia CC BY 3.0.

 

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