×

 “Una de las deliciosas ironías de Narnia es el hecho de que Lewis cuidadosamente construye un mundo de metáfora para insistir en que el Dios de la Biblia no es una mera metáfora”.  – Jonathan Rogers

En Las Crónicas de Narnia: El León, la bruja, y el ropero, se nos introduce al experimento de distintos universos (o naturalezas, si así lo prefieres). Está el mundo de los niños Pevensie, el cual no es mágico y está representado por Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. Luego está el mundo de Narnia, donde los animales hablan y una profunda magia permea el universo entero. En su libro, Los Milagros, C. S. Lewis especula sobre la posibilidad de distintas naturalezas, cada una de ellas contenida en sí misma en el tiempo y en el espacio e imposible de llegar por cualquier medio de comunicación. Esto no significa que no tienen nada en común o relación. No, todas están unidas por su única causa, un Creador sobrenatural.

Es esta noción que toma vida en las páginas de la primera novela sobre Narnia cuando los niños Pevensie entran al ropero. De hecho, Peter le pregunta al profesor, “Pero, realmente quiere decir, señor, que podría haber otros mundos —por todas partes, justo a la vuelta de la esquina— sin más ni más?”.  “Nada es más probable”, le contesta el profesor. Esta es una realidad para todos los cristianos. Es una convicción fundamental de nuestra fe que otro mundo existe (si así lo quieres llamar) y que está justo a la vuelta de la esquina.

Desde el comienzo de la historia, este cambio de un universo a otro lo hace C. S. Lewis totalmente real. Es decir, que a diferencia de otras historias sobre tierras de fantasía y lugares muy, muy lejanos, Lewis es meticuloso en no dar señales de que Narnia es un producto de la imaginación de alguien. Por eso, si no fuera por el fauno, el señor Tumnus, parecería un bosque nevado bastante normal en el cual entra Lucy. Nosotros descubriremos más adelante en la historia que la nieve está lejos de ser normal.

Narnia está bajo el reinado opresivo de la Bruja Blanca quien ha hecho que siempre sea invierno y nunca la Navidad. Ella aleja todo gozo de la tierra para remover cualquier señal de su más grande enemigo, Aslan. Así que no debería sorprendernos cuando descubrimos que el señor Tumnus es un reacio secuestrador que trabaja para la bruja, esperando por un Hijo de Adán o una Hija de Eva para llevarle cautivo ante la bruja. Lucy es la primera niña Pevensie que llega a Narnia y es tomada por Tumnus, como se le había encargado. Sin embargo, no hay suficiente nieve para mantener alejado al Gran León. A pesar del crudo invierno, el señor Tumnus es movido más profundamente por el poder de Aslan que por el de la Bruja y se arrepiente antes incluso de cometer el pecado. El sacrificio que realiza al dejarla ir es un anuncio del sacrificio más grande que se acerca.


Esta es la segunda entrada (6 en total) de la serie de artículos Un cristiano en Narnia, donde sigo la historia de Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el ropero, proveyendo un comentario bíblico y enfocado en el evangelio. Asegúrate de consultar el blog pronto para la próxima publicación en esta serie. Otras entradas:

  1. Una carta a C. S. Lewis
  2. ¿Hay otros mundos?
  3. Nuestro apetito por el pecado
  4. El pecado es suicidio espiritual
CARGAR MÁS
Cargando